El jóven gigantepágina 1 / 8
Por los Hermanos Grimm
Un labrador tenía un hijo tan grande como el dedo pulgar. Nunca crecía, y en muchos años su estatura no se aumentó ni en un solo dedo. Un día que iba su padre a trabajar al campo, le dijo el pequeñillo: Padre, quiero ir contigo. ¿Venir conmigo? dijo el padre; ¡quédate ahí! Fuera de casa no servirías más que para incomodar; y además podrías perderte. Desea tener un hermoso palacio, con jardín y todo lo que le corresponda. Y apenas habían salido las palabras de los labios del niño, apareció todo lo deseado. Al cabo de algún tiempo, le dijo el cocinero: Estando allí se apareció un gigante muy grande que venía del otro lado de las montañas: Mira, el coco, le dijo su padre, que quería meter miedo a su hijo para que fuera más obediente; viene a cogerte. Pero el gigante, que había oído esto, llegó en dos pasos al surco, cogió al enanito y se le llevó sin decir una palabra . El padre, mudo de asombro, no tuvo fuerzas ni aun para dar un grito. Creyó perdido a su hijo, y no esperó volverle a ver más. El gigante se le llevó a su casa, y le crió por sí mismo, y el enanito tomó de repente una gran estatura, creció y llegó a ser parecido a un gigante. Al cabo de dos años el gigante fue con él al bosque, para probarle, le dijo: Cógeme una varilla. El muchacho era ya tan fuerte, que arrancó de la tierra un arbolito con raíces. Pero el gigante se propuso que creciera todavía más, y llevándosele consigo, le crió todavía durante otros dos años. Al cabo de este tiempo, habían aumentado de tal modo sus fuerzas, que arrancaba de la tierra un árbol aunque fuera muy viejo. Pero esto no era suficiente para el gigante; le crió todavía durante otros dos años, al cabo de los cuales fue con él al bosque, y le dijo: Cógeme un palo de un tamaño regular. El joven arrancó de la tierra la encina mayor del bosque, que dio un horrible estallido, no siendo este esfuerzo más que un juego para él. Está bien, dijo el gigante, ya ha concluido tu educación.